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Invertir en evidencias para el desarrollo sostenible

 

Andrew Hurst

Program Leader

Nipon Poapongsakorn

Distinguished Fellow
Flickr / Ferry Octavian

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Entre las lecciones clave aprendidas del desarrollo internacional hasta la fecha se destaca una en particular: las políticas públicas funcionan mejor cuando sus formuladores las diseñan e implementan en la práctica. Esto se aplica tanto a las políticas nacionales como a las regionales e internacionales, incluidos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Sin datos ni análisis específicos de contexto, los programas y las políticas con buenas intenciones no suelen responder a las realidades que viven las personas en los países en desarrollo. Además, sin participantes locales in situ para controlar la implementación, las iniciativas más cuidadosamente concebidas pueden perder impulso o, incluso, colapsar a largo plazo.

Los creadores de subvenciones han reconocido desde hace tiempo que, para que la cooperación para el desarrollo sea exitosa, los socios de investigación necesitan sentirse propietarios; pero algunas de las organizaciones nacionales en las que invirtieron no pueden llevar a cabo el análisis y la investigación constantes que necesitan los formuladores de políticas y activistas para lograr mejoras en la sociedad con el paso del tiempo.

En  2008, algunos donantes interesados en ayudar a los gobiernos deseosos de datos, investigación y evidencias, se reunieron con el objetivo de implementar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Estos donantes sabían que los gobiernos necesitaban ayuda y creían fervientemente que la consolidación de las organizaciones dedicadas a la investigación de políticas nacionales, o think tanks, traería consigo mejores resultados de políticas públicas. Con especial atención en respaldar a los think tanks de ciertos países en África Oriental y Occidental, Asia del Sur y América Latina, se gestó la Iniciativa Think Tank (ITT).

La ITT ha respaldado a 43 think tanks en 20 países mediante una combinación definanciamiento básico y soporte técnico. Diez años después, podemos ver los resultados: organizaciones de investigación más sólidas, eficaces y, en última instancia, sostenibles que están mejor equipadas para brindar a los formuladores de políticas y otros agentes de desarrollo las evidencias objetivas necesarias para desarrollar e implementar políticas públicas sólidas.

El financiamiento de la ITT ha colmado la brecha entre el débil soporte central disponible para los think tanks y la demanda cada vez mayor de investigación de alta calidad para ayudar a tomar decisiones sobre políticas. El apoyo permitió que los think tanks participantes se involucren en la planificación a largo plazo, establezcan sus propias prioridades de investigación, consoliden su capacidad de comunicación y participación en las políticas y procuren un compromiso e investigación que respondan a las necesidades y oportunidades nacionales. Todos estos esfuerzos han ayudado a posicionarlos como actores relevantes y han acrecentado las bases de su sostenibilidad.

Son muchas las políticas públicas firmes y la mejora del compromiso ciudadano a las que han contribuido estas organizaciones. Estas han facilitado la comprensión pública de las plataformas electorales de los partidos en Guatemala, Ecuador y Perú, y han mejorado las políticas y los programas sobre el control del tabaco en África occidental, el uso de fertilizantes en África oriental y la política de cambio climático y energía renovable a nivel estatal en la India, por nombrar solo algunos de sus éxitos.

Además deel financiamiento básico, los esfuerzos de la ITT para desarrollar capacidad de investigación en políticas han favorecido el trabajo de colaboración a nivel internacional. La más notable de estas colaboraciones es Southern Voice (La Voz del Sur), una red de 49 think tanks que funciona como una plataforma abierta para canalizar la investigación y los análisis de políticas basados en evidencias del sur en el diálogo global sobre los ODS.

Del 11 al 14 de noviembre de 2018, más de 250 representantes de grupos de expertos, políticos, donantes, investigadores y partes interesadas afines se reunirán en Bangkok para celebrar todo lo que se ha logrado durante casi una década desde el lanzamiento de la ITT. En este tercer y último Intercambio de la Iniciativa Think Tank los participantes reflexionarán y debatirán sobre qué depara el futuro y cómo pueden contribuir mejor para superar los desafíos que tienen por delante.

Bangkok es un escenario ideal para estos debates por la experiencia de Tailandia en la gestión de desafíos asociados con, por ejemplo, la liberalización del comercio en la década de 1990 o los esfuerzos para lograr la desregulación de los sectores de las telecomunicaciones y del petróleo. El Instituto de Investigación para el Desarrollo de Tailandia (TDRI, por sus siglas en inglés), uno de los participantes en el Intercambio de la ITT, contribuido a ayudar a enfrentar estos desafíos. El TDRI, establecido en 1984 con el respaldo de una subvención de la antigua Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional, puede destacar muchos casos en los que se influenció en las políticas públicas de Tailandia. Su investigación en telecomunicación y radiodifusión pública, por ejemplo, puso de manifiesto la necesidad de equilibrio en el mercado mediático, dominado por monopolios en televisión satelital y por cable. Esto llevó a la creación del Servicio de Radiodifusión Pública de Tailandia y la Comisión Nacional de Radiodifusión y Telecomunicaciones.

La necesidad de una investigación relevante para las políticas es más clara que nunca. Podría decirse que los desafíos que enfrentan las sociedades, como el cambio climático, la migración y el futuro del trabajo frente al cambio tecnológico, son más complejos que nunca. La necesidad de que los datos contemplen estos problemas y la evidencia de lo que funciona para abordarlos será más importante que nunca.

Los think tanks continuarán desempeñando un papel crítico en catalizar el progreso hacia los ODS, pero también deberán cambiar con los tiempos. Los think tanks deberán aprovechar su investigación, y la credibilidad resultante de esta, para superar las diferencias, convocar diálogos sobre políticas y ayudar a las sociedades a mejorar su comprensión de los desafíos que deben afrontar. Al ver su rol como parte de un esfuerzo compartido más amplio, los think tanks pueden ayudar a identificar y analizar las mejores maneras en que sus países pueden hacer frente a un futuro incierto.

Andrew Hurst es líder de programa de la Iniciativa Think Tank, con sede en el CRDI. Nipon Poapongsakorn fue presidente de la organización y actualmente es miembro distinguido del Instituto de Investigación de Desarrollo de Tailandia.

Among the key lessons learned from international development to date, one in particular stands out: public policies work best when they are designed and implemented by actors on the ground. This applies to domestic as well as regional and international policies, including the Sustainable Development Goals (SDGs).

Without context-specific data and analysis, well-intentioned programs and policies rarely respond to the lived realities of people in developing countries. Furthermore, without local actors in place to monitor implementation, the most thoughtfully designed initiatives may lose momentum or even collapse over the longer term.

Grant-makers have long recognized that research partners need to feel ownership if development cooperation is to be successful, but some of the national organizations they’ve invested in cannot carry out the ongoing research and analysis needed by policymakers and activists to effect societal improvements over time.

In 2008, a group of donors came together who were motivated to help governments that were hungry for data, research, and evidence as they sought to implement the Millennium Development Goals. These donors knew that governments needed help, and believed strongly that strengthening national policy research organizations, or think tanks, would lead to better public policy outcomes. With a focus on supporting think tanks in selected countries in East and West Africa, South Asia, and Latin America, the Think Tank Initiative (TTI) was born.

TTI has supported 43 think tanks in 20 countries with a combination of core funding and technical support. Ten years later, we can see the results — stronger, more effective and, ultimately, sustainable research organizations that are better equipped to provide policymakers and other development actors with the objective evidence needed to develop and implement sound public policies.

TTI funding has filled the gap between the weak core support available to think tanks and the ever-increasing demand for high-quality research to help make policy decisions. The support has allowed participating think tanks to engage in long-term planning, establish their own research priorities, strengthen their policy engagement and communication capacity, and pursue research and engagement that is responsive to national needs and opportunities. All of these efforts have helped position them as relevant players and increased the foundations of their sustainability.

The sound public policies and improved citizen engagement these organizations have contributed to are many. They have facilitated public understanding of party electoral platforms in Guatemala, Ecuador, and Peru, and they have improved policies and programs on tobacco control in West Africa, fertilizer use in East Africa, and climate change and renewable energy policy at the state level in India, to name just a few of their successes.

In addition to core funding, TTI’s efforts to develop policy research capacity have facilitated collaborative work internationally. The most notable of these collaborations is Southern Voice, a network of 49 think tanks that serves as an open platform to channel Southern research and evidence-based policy analyses into the global dialogue on the SDGs.

From November 11-14, 2018, more than 250 think tank representatives, policymakers, donors, researchers, and like-minded stakeholders will converge in Bangkok to celebrate all that’s been achieved over nearly a decade since the launch of TTI. At this third and final Think Tank Initiative Exchange, participants will reflect on and debate what the future will hold, and how they can best contribute to meeting the challenges that are in store.

Bangkok is an ideal setting for these discussions because of Thailand’s experience in managing challenges associated with, for example, trade liberalization in the 1990s, or efforts to pursue deregulation of the telecommunication and oil industries. The Thailand Development Research Institute (TDRI), a partner in the TTI Exchange, has had a history in helping face these challenges. Created in 1984 with the support of a grant by the former Canadian International Development Agency, TDRI can point to many cases of influence on public policy in Thailand. Its research on public broadcasting and telecommunication, for example, showed that balance was needed in the media market, which was dominated by monopolies in cable and satellite television. This led to the establishment of the Thai Public Broadcasting Service and the National Broadcasting and Telecommunications Commission.

The need for policy-relevant research is as clear as ever. Arguably, the challenges facing societies, such as climate change, migration, and the future of work in the face of technological change, are more complex than ever. The need for data to understand these issues and evidence of what works to address them will be more important than ever.

Think tanks will continue to play a critical role in catalyzing progress towards the SDGs, but they too will need to change with the times. Think tanks will need to build upon their research — and the credibility that comes from it — to bridge differences, convene policy dialogues, and help their societies improve their understanding of the challenges they face. By seeing their role as part of a wider shared endeavour, think tanks can help identify and think through the best ways their countries can face an uncertain future.

Andrew Hurst is the program leader for the Think Tank Initiative, based at IDRC. Nipon Poapongsakorn is the former president and is currently a distinguished fellow at the Thailand Development Research Institute.